Desde el 2019 empezamos a trabajar con malta mexicana hecha a partir de variedades de cebada modernas. Durante la pandemia el destino nos guió a un productor de cebada que durante años se dió a la tarea de juntar suficientes semillas de la ya abandonada cebada criolla. Su sueño era recuperar esta legendaria cebada, cultivarla sin usar agroquímicos, y disfrutar de una refrescante cerveza hecha a base de ella. ¡Ese día llegó!
La cebada criolla es una variedad no patentada que llegó a México durante la conquista y desde entonces se ha adaptado a nuestro territorio. Desde mediados del siglo 20 se fue abandonando su uso para la producción malta, sustituyéndose por variedades certificadas para resistir el uso de agroquímicos pero con grandes requerimientos de riego.Desarrollar formas de cultivar cebada (y cualquier cereal) de forma agroecológica es uno de los grandes retos que enfrenta la humanidad si queremos promover la soberanía alimentaria al tiempo que promovemos la regeneración de nuestros ecosistemas. En México hoy día se cultivan más de 350 mil hectáreas de cebada certificada en monocultivos de forma intensiva para la producción de cerveza industrial, todas están en profundo grado de desertificación y cuyos productores se encuentran en trampas de pobreza en torno a estos cultivos.